3.30.2014

So I wean myself off slowly


En reglas generales, el tema de los "cambios" es algo que socialmente se percibe en forma negativa. Personalmente, si bien le tengo un poquito de miedo, me tiro de cabeza al cambio porque en mi imaginario cambiar es crecer y crecer es positivo, a diferencia de ser siempre igual y no moverse, asociado por mi al estar estancado. 
Sí me molesta, y mucho, cuando alguien más me dice que yo tengo que cambiar (más que nada porque no entiendo cómo se puede ir por la vida criticando a los demás tan frescamente). Una cosa es que me señalen cosas que realmente creen me hacen mal o a través de las cuales hago mal a otros, y otra muy diferente es que me digan que yo no tengo que ser yo. Pero decía que en cuanto percibo que algo en mi se mantiene igual en el tiempo, inmediatamente me angustio y pienso que necesito cambiarlo, necesito crecer. 

Ayer hacía limpieza y me topé con una carta escrita en computadora, con lo cual al principio me sentí un poco despistada en referencia al autor. Lo primero que pensé es que era una carta de cierta persona de mi pasado. Era tan pesada, obscura y aguda desde las primeras palabras que la relacioné directamente a él, el único tipo que ha estado enamorado de mi y que me inculcó el miedo inconsciente a gustarle tanto a un hombre. Pero no, la autora era mi yo de 16 años. Leí la carta sintiendo todo el peso de la amargura con la que la escribí, sorprendida de que estuviera tan viva en cada línea y que alguien de esa edad pudiera expresarse así por escrito. 

Me resulta hoy tan fuerte volver a sentir esas cosas que pienso en quemarla, no quiero volver a sentirme así nunca. Al mismo tiempo pienso que fuerte darme cuenta de que tantos años después sigo haciendo lo mismo, cuando tengo un problema con alguien le escribo una carta.

Ayer le mandé un mensaje a mi mejor amiga, la recipiente de esa carta, angustiada por no haber cambiado.
Medité un poco al respecto de haber encontrado una carta que tiene casi una década en un momento en el cual estoy viviendo prácticamente la misma situación con un set de personajes diferentes. 

Hoy respiro un poquito más tranquila pensando que no estoy manejando las cosas como antes, que me estoy haciendo cargo de mi cuota de culpa, o que en vez de simplemente desechar gente porque me hirieron y decepcionaron estoy respetándome y poniendo límites (como me enseñó la psicóloga). No es sano que me hagan sentir así, no es sano rodearte de gente que te lleva a esos estados de ánimo.

Hoy no está todo bien, pero ni en mi peor momento me siento como esa carta me recuerda haberme sentido. Entonces está todo bien, realmente estoy mejorando y me estoy cuidando. No es un error, no me equivoqué, estoy aprendiendo a identificar lo bueno y lo malo en mi vida. A veces lo malo viene en forma de personas y es bueno alejarse. 

Recapitulando, ayer encontré una carta que escribí en computadora a los 16 años, de la que sólo existe ese papel que a los 18 años aún consideré pertinente y me llevé conmigo a Buenos Aires, cuando me lancé de cabeza al mayor cambio de mi vida. 
Hoy, con casi 28 años, vuelvo a tomar el riesgo de empezar de nuevo en Buenos Aires, la ciudad que celebra la diferencia y me permite ser quien soy, caminar a mi propio ritmo. Esta vez el cambio no es tanto físico como lo es mental, hoy hago de cuenta que el pasado Febrero me mudé y vuelvo a empezar de nuevo. 

No hay comentarios: